Dicen que son de los de
abajo, pero se han pasado la crisis al abrigo cómodo de sus despachos de
profesores universitarios. Crisis que ha arruinado a cientos de miles de
españoles.
Dicen que son de los de
abajo, pero venden millonarios proyectos de consultoría internacional a sus
correligionarios de Hispanoamérica mientras estos mantienen en la miseria a sus
pueblos.
Dicen que son de los de
abajo, pero invocan una conspiración para hundirles en cuanto surgen dudas sobre
sus cuentas con Hacienda. Control de cuentas que ha asfixiado a cientos de
miles de pequeños empresarios en estos años.
Dicen que son de los
abajo y halagan a “los que peináis canas por haber traído la democracia a este
país”; para hacer creer a muchos que han sido los artífices de la democracia lo
mismo que ahora pueden serlo del cambio. Y eso no es verdad. ¿Cómo olvidarse
que el dictador murió de viejo en la cama? No hubo héroes. Hubo gente
civilizada, que se dejó guiar por quienes tenían las riendas del Estado,
heredadas de la dictadura, para hacer un cambio ordenado, en el que todos
cedieron. Y dimos un ejemplo al mundo.
Dicen que son los de abajo, pero no necesitamos
que presuntos líderes se suban a un escenario para halagarnos los oídos
vendiéndonos una historia que no es cierta. Si son
capaces de mentirnos sobre lo que conocemos tan bien, ¿qué no serán capaces de
contarnos sobre lo que desconocemos?
Los diagnósticos de
Podemos sobre la crisis, la corrupción, el empobrecimiento de la sociedad
española, la desvergüenza de políticos, sindicalistas y empresarios, son más
que certeros, pero sus reacciones se parecen demasiado a las de los políticos
que tanto critican; sus recetas para salir de la crisis son del todo
desacertadas y su manera de decir ahora lo contrario de lo que decían hace solo
unos pocos meses no es diferente a lo que vienen haciendo desde siempre los
políticos que ellos llaman de la casta.
No son de fiar.
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