lunes, 28 de octubre de 2013

El aeropuerto de Pamplona no tiene quien le escriba

Hace tres semanas un A319 de Vueling despegaba por última vez de Noain hacia El Prat en el enésimo intento de nuestro aeropuerto por mantener alguna ruta más allá de los tres/cuatro aviones diarios que unen Pamplona con Madrid. Varios de los amables seguidores de este muñeco, preocupados por el tema, me han pedido que escribiera algo con mi opinión al respecto. Desde los mandos de uno de estos CRJs las cosas se ven  “desde el lado aire” que quizá a veces ofrece una visión distinta “al lado tierra”. Procuraré no aburrirles evitando términos técnicos aunque con ello pierda “precisión”:
Mala pinta tiene el aeropuerto de Pamplona. Muy mala. Siento no ser pesimista, sino realista. Se han hecho las cosas mal. Muy mal y ahora simplemente estamos pagando el precio de lo sembrado. Cualquier acción correctora que se ejecute va a llegar tarde, en un momento además en el que la situación económico-financiera tanto de las compañías aéreas, como del gestor aeroportuario, como de la administración pública, como de los clientes, está más que destrozada.
Y ¿quién tiene la culpa de este desaguisado?, me preguntan. Pues mucha gente. El problema ha sido que, en general, la gestión de todos los participantes de esta cadena (compañías, Aena y la Administración) está siendo más que lamentable, desnortada, sin interés, sin criterio, sin empuje, sin ganas. Una vez más, cuando más necesitábamos que los buenos fueran buenos, más malos nos han salido.
Lo primero que un aeropuerto debe hacer es funcionar. Esto, en Pamplona, aunque parezca sorprendente, ha empezado a pasar, más o menos, hace relativamente poco. ¿Qué significa que un aeropuerto funcione? Pues que los aviones despeguen y aterricen con normalidad y puntualidad, que haya seguridad, que las maletas no se pierdan, que pequeñas adversidades atmosféricas no impidan las operaciones. Y eso hasta finales de la década pasada no se consiguió. Durante años, Noain estuvo a la cabeza de las incidencias de vuelos. Además de retrasos y desvíos por niebla, lluvia, viento… hubo gravísimos fallos de infraestructura. Mítica fue la máquina desheladora de aviones que se helaba por las noches, una noche tras otra, provocando el retraso en la salida del primer vuelo sin que nadie hiciera nada por evitarlo. ¡¡Que esto es Pamplona, no Almería!!. Aquí hace frío. Allí no. Algunas inversiones, incluida la innecesaria nueva terminal, ayudaron a mejorar estos temas, pero demasiado tarde. Todavía hay algunos fallos a mejorar como el tiempo de espera a las maletas… pero asumibles.
La dirección del aeropuerto no ha hecho nada, nada, por mejorar su imagen, por comunicar sus mejoras, por fomentar el uso del avión. Ninguna campaña, ningún reportaje, ninguna aparición en televisión, en radio, en prensa… Sólo malas noticias sobre el aeródromo. Con el lamentable aplauso del respetable. Estoy convencido que todos sus hijos menores de 10 años saben cómo se hace la leche Lacturale. Sin embargo, ninguno de ellos sabe cómo funcionan los Bomberos del Aeropuerto y por qué tienen que tener un camión tan grande y potente, cómo es la Torre de Control, por qué a veces los aviones aterrizan desde el sur y otras desde el norte o cómo se puede ser tripulante de cabina de pasajeros ¿Se lo digo más claro?
Un aeropuerto hay que venderlo. Como aeropuerto y como destino. Hay que vender sus logros, sus mejoras. Jamás se hizo nada ¡nada! para decir que aquella leyenda negra de “vuelos desviados a Vitoria” se había terminado. La hubo. Cierto. Pero hace tiempo que ya no es cierta. Entre otras cosas porque Foronda está cerrado al tráfico comercial. Jamás se hizo nada para decir que durante años había un vuelo ¡que llegó a ser diario! a Lisboa –por cierto, ocupado en casi su totalidad por pacientes que venían a la Clínica del Opus, esa que tanto escuece en esta tierra-  (sólo salió en prensa cuando se fue la línea), apenas se dijo nada de la llegada de Vueling... El aeropuerto está a otras cosas.
La única prioridad de AENA es salir guapa en las fotos para podérsela vender a los chinos cuanto antes. Pero en la foto “interna” Noain tampoco sale guapo. Todo lo contrario. Sepan ustedes que la Torre de Pamplona es “el centro de castigo” al que se envía a los controladores “díscolos” a pagar penas por sus “arrebatos” contra el gestor. Pero a los que mandan en el gestor les da todo igual. Vargas pasará a la historia por haber fundido Jotsa, Vocento y ahora AENA. Hace pocos días se ha celebrado el Comité de Rutas a nivel mundial. Se organizan dos: uno en Doha y otro en Las Vegas. El de Las Vegas se centra en las rutas occidentales. El de Doha en los vuelos a Asia (así, entre ustedes, a llevar musulmanes a La Meca). ¿Hace falta que les explique a cual ha acudido AENA este año? Pues sí, a Doha.
Si al desbarajuste general de la compañía a nivel directivo le unimos unos gestores en lo local algo perezosos o incompetentes, pues tenemos el primer culpable encima de la mesa.
Aunque el Aeropuerto sólo puede salir a vender algo, cuando hay algo que vender. Pero claro, la política de transporte y comunicaciones en esta Comunidad Foral no es que haya sido un desastre. Es que no ha existido más allá de abrir y cerrar continuamente los túneles de Belate. ¿Qué harían el Consejero de Fomento y los diarios locales sin los túneles de Belate? Es como nuestro Triángulo de las Bermudas Foral. Lástima que ni siquiera sepamos venderlo.
El omnipresente Estado entró en una locura de querer competir consigo mismo y en un acto de irresponsabilidad manifiesta (por el que debería pagar) se lanzó a crear infraestructuras de comunicación para un mismo fin creyendo –y eso es lo peor- que el público objetivo al que dirige la oferta se va a multiplicar exponencialmente a toda la oferta, y eso no es así. Habrá un mismo pasajero que irá o vendrá de Madrid en avión, en AVE, por carretera o por autopista de peaje. Lo que no va a hacer ese pasajero es utilizar  los cuatro medios.

Pero nuestros políticos lo que necesitan es foto, obra y organismos. La primera para su mayor gloria. La segunda por aquello del 3% ¿se acuerdan? Y la tercera porque así ya tenemos cuatro sitios en los que colocar a los amigos que lo han dado todo por el partido: Aenas, Adifes, Concesionarias de Autopista (se me atragantan las teclas) y Carreteras del Estado, DGT o como quiera llamarse. Todos ellos intentando vivir del mismo pasajero y funcionando a costa del asfixiado contribuyente.

Y aquí se nos ocurre embarcarnos en el socavón del AVE. Pero claro, como los vasquitos están en contra del AVE, hay que estar a favor. Lástima que esos sean los únicos argumentos. Aunque los argumentos de los vasquitos me sonrojan muy por encima de mis posibilidades.

Una línea aérea sólo se posiciona en un destino cuando se detecta una población de unos 35.000 viajeros interesados en ese destino. Pero ojo, esos 35.000 viajeros no tienen por qué estar en Pamplona. Aquí se ha pensado en el avión “para ver dónde podemos ir” y no “para que vengan con dinero”. Quizá sea cierto aquello de “¿para qué va a venir aquí más gente si tal y como estamos, estamos bien?”. Para conseguir esos 35.000 viajeros, Navarra debe ofrecer algo. Algo. Lo que sea. Una oferta turística y cultural realista, interesante, atractiva y bien trabajada y bien vendida (¡ay!) más allá de la borrachera en julio con las botellas de Hacendado en el maletero del coche y los hielos de gasolinera; un polo de atracción médica que traiga a los centros médicos de nuestra ciudad a los ricos rusos y árabes que hoy van a operarse a Alemania; un tejido empresarial vivo y dinámico que llame a nuevos inversores…
Pero para la administración es más fácil dedicar una mañana a buscar en su maltrecha cartera algo de dinero con el que subvencionar una compañía aérea. Diseñar planes de futuro de Navarra es complicado, requiere pensar, esforzarse, trabajar, reunirse, escuchar, ver, posiblemente viajar… Lo otro es darle a una tecla del ordenador. Sin embargo, todas las resoluciones que vienen desde Europa tienden a penalizar las subvenciones y ayudas públicas a las aerolíneas (acaba de estallar un escándalo –otro más- con las ayudas a Ryanair en Reus y Girona). Y no me parece nada mal. Ya dijo Richard Branson al comprar Virgin Airways: “¿Qué se necesita para llegar a ser millonario? Ser multimillonario y comprarse una línea aérea”.
En resumen, que de aquellos barros, estos lodos. El aeropuerto de Noain agoniza víctima de un entre todos la mataron y ella sola se murió. ¿Demasiado tarde? Pues aunque empecé pesimista, echaré mano de mi armadura y espada y diré: ¡Nunca! Pero para Noain ya no sirven cataplasmas que conforten pero no solucionen. Está en juego su misma viabilidad, de ahí que es imprescindible que los tres mosqueteros dejen de lado sus disputas internas y establezcan una estrategia conjunta para fomentar el tráfico desde ¡¡y hacia!! Pamplona. Eso pasa con acuerdos con aerolíneas (AirNostrum, Air Europa, otras compañías en destino o en tránsito... que nos permitan conectar con los grandes hubs de Madrid y/o Barcelona -es ridículo pensar en un Pamplona-Londres, absolutamente ridículo-)  con ventajas para los operadores (rappeles por frecuencia, ofertas directas al viajero frecuente, publicidad, promociones, sorteos…), con una oferta de ocio diferenciada para la que hace falta un posicionamiento estratégico de verdad, no de mentira como hasta ahora (cultura, diversión, música, monumentos, congresos, reuniones…)… porque… por 20€ díganme cosas con las que asociamos el Turismo de Navarra ahora… tic-tac-tic-tac-tic-tac…, establecer ventajas fiscales y sociales para atraer inversión permanente en Navarra (para algo tenemos una Hacienda propia y todo ¿no?, no sólo para sablear al contribuyente), y desarrollar un titánico (¡ay!) trabajo de promoción exterior, no en los caladeros ya agotados, sino en los que están por explotar.

Mientras hay vida, hay esperanza, pero el enfermo está terminal. O se le aplica la medicina ¡y rápido! o nos vemos pronto en el funeral.