viernes, 19 de diciembre de 2014

Mi carta al Olentzero

Tiempo estimado de lectura: 3,5 minutos

Estimado Olentzero

Seguramente te sorprenderá recibir mi carta. No te negaré que es la primera vez que te escribo. Hace tiempo que peino canas, pero en mi casa jamás me hablaron de ti. Pero no te asustes, no te escribo para pedirte para mí. No. Te escribo para pedirte para los nacionalistas. Cuatro cosas. Sólo cuatro:

1. Una caja de pastillas contra el victimismo. De verdad. Los navarros no nos levantamos cada mañana pensando cómo fastidiarle la vida a los nacionalistas. No. Tenemos otras cosas más importantes en las que pensar. Pero ellos, antes de poner el pie en el suelo cada mañana piensan ¿qué habrán hecho hoy para fastidiarnos?: olvidar poner en euskera un rótulo, no tragarnos una historia inventada de sangre y fuego sobre colonización y aplastamiento… Y eso no es así. Y las pastillas, lo curan.

2. Una caja de pastillas contra la manipulación educativa. Años y años de ideología independentista en nuestras escuelas nos han traído lo que nos han traído. Que el sanguinario Zabarte, el Carnicero de Mondragón al salir de la cárcel dijera: “Cuando sales de la cárcel y te paseas por Navarra y dices… Mira lo que es el abertzalismo ahora y mira lo que era hace 30 años ¡qué gozada!”. Tus amigos trabajan de manera infatigable por el cambio radical de la realidad navarra. La mayoría de navarros nos gustamos como somos, no nos sentimos ni oprimidos, ni colonizados. No estamos confusos en lo cultural. No nos consideramos ni superiores ni inferiores, respecto a todos nuestros vecinos sean riojanos, aragoneses, vascos o franceses. Y los nacionalistas, eso lo han manipulado.

3. Un libro de historia. No tengo preferencia, pero quizá “España un enigma histórico” de Don Claudio Sánchez-Albornoz pueda estar bien. Verás. Tus seguidores ven y sienten la realidad de manera distinta a los demás. Andan siempre repitiendo sus monsergas, analizan el pasado y el presente desde su miopía selectiva. Olvidan que en nuestra tierra además de vascones hubo celtíberos, romanos, visigodos, árabes, judíos y francos, distintas dinastías monárquicas… Para ellos, en su arkadia, con k, claro, feliz, sólo hubo Olentzeros, dantzas, korrikas e ikurriñas… ¡hasta en Funes!. ¡Que no hombre, que no!.

4. Una caja de perdón. Si. De perdón. Para que la abran, y pidan perdón de verdad; disculpas por todo el mal que sus gudaris de la ETA han provocado, y siguen provocando en esta tierra. Te costará encontrarlo. Pero haberlo haylo. Aunque en tu catálogo no lo hemos encontrado, lo hemos visto en otros.

Aunque seguro que al final no llega nada. Lo estoy viendo. Bajando desde Lesaca por la N121A te toparás con un control de la Guardia Civil. Pararán tu carromato y requisarán tu mercancía. ¡Estos franquistas! Y entonces acabarás trayendo sólo un 22. Un 22% de votos para Mayo. Una vez más. Ni uno más, ni uno menos. 22. Que ellos venderán como victoria, pero que en el fondo, es un regalo para nosotros, el 78% restante que no estamos dispuestos a comprar su averiada mercancía.

FELIZ NOCHEBUENA Y SANTA NAVIDAD A TODOS

Lo pueden escuchar en Cope Navarra aquí.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Una raja en la muralla

Tiempo de lectura: 4 min

Cuenta el Antiguo Testamento, que el Señor, indicó a Josué, acampado a las puertas de la amurallada ciudad de Jericó, que todos sus hombres deberían dar una vuelta a la ciudad formando un círculo durante 6 días. El séptimo día, esa vuelta debería darse acompañados de los sacerdotes, que harían sonar sus trompetas, y del pueblo, que daría fuertes gritos de guerra. Así, la muralla de la ciudad caería sobre sí misma y el pueblo se lanzaría al asalto, siendo segura la victoria.

El poder absoluto que se irradiaba, en épocas mucho más cercanas, desde las sedes de Carlos III, hizo que algunos dioses buscaran un protagonismo financiero muy por encima de sus posibilidades. Lo que estaba llamado a ser una caja de provincias, discreta, conservadora, y motor económico de esta tierra, enloqueció por arte de algunos que acabaron instalándola en un mundo irreal. Lo que se hizo mal se visualiza con la apertura de una oficina en Pennsylvania Avenue, a dos bloques del Banco Mundial, a uno del Fondo Monetario Internacional y a escasos metros de la Casa Blanca.

La jugada inicialmente les salió bien, porque en casa seguían recibiendo alabanzas, reverencias, aplausos y vítores, quizá apoyadas –si no compradas- mediante viajes vip, subvenciones, dietas, créditos y préstamos.  Sin embargo, por ahí fuera, no se escuchaba lo mismo. Y aquí dentro, apareció un pequeño grupo rebelde entre Navarra Confidencial, los que los mismos dioses denominaron Guerrilla Digital Anónima y el aguerrido y atípico Santiago Cervera, por entonces líder del Partido Popular de Navarra.

Pero llegó la crisis, y la política keynesiana de incentivar el consumo no funcionó más que para dejarnos 3.000 millones de deuda, un circuito de velocidad vacío y un palacio de deportes sin vergüenza para inaugurar. El imperio se desmoronó como un castillo de naipes y comenzaron a aparecer noticias increíbles, que nadie, en esta tierra podía imaginar: mala calificación sobre su solvencia, extrañísimos compañeros de viaje, judíos neoyorkinos cazados a lazo para contrarrestar las malas noticias…

Santiago sabía que para dar un zarpazo electoral, el tema de la Caja era esencial. Otros le copiaron, repito, le copiaron, después. Repito: después. Santiago, con sus cosas buenas y sus cosas mejorables, dejó de ser un político del montón y con una valentía inédita, una accesibilidad virtual total, y su propia vehemencia personal, buscó información y denunció las andanzas de unos cuantos. Exigió claridad en las tierras forales. Sus demandas de luz sobre la Caja, sus denuncias del atropello de las dietas, sueldos y otras ostentaciones, extrapolables a la práctica totalidad las Cajas de Ahorro de este país, dirigidas por políticos inexpertos en las lides financieras de todos los partidos, eran un riesgo cierto para un verso suelto que no se caracterizaba por estar al abrigo de ninguna capillita popular.

Criticado en privado por los suyos y alabado en público por sus dotes de comunicación (era de los pocos que se atrevían con la SER y con ElPaís); muñeco de vudú para Barcina y Cospedal;  enemigos propios y ajenos en la política navarra (Sanz, Goñi, Asiain, Villanueva, algún Diario); republicano declarado en un partido en que eso suena a izquierdoso… Los cuervos se arremolinaban en torno a él.

Mariano Rajoy decidió nombrar a la socióloga Ana Mato, con un Jaguar en el garaje, Ministra de Sanidad. El médico y ex consejero de Sanidad, Cervera fue enviado a un puesto segundón en el Legislativo, con tiempo libre suficiente para seguir siendo “la mosca cojonera” foral.

Y alguien, en ese momento debió leer el libro de Josué, y descubrió que si Dios quiere, las murallas de Jericó caerían. Y los dioses, en minúscula, quisieron. Y la muralla se abrió por una rendija.


Y unos cuantos, se lo aseguro, murieron esa mañana. 

Una ventana en COPE Navarra

En este día de San Francisco Javier abrimos por vez primera esta ventana que nos ofrece la COPE, en la que vamos a tratar de entender semanalmente el porqué de las cosas, analizando en profundidad y desde la libertad, lo que nos ocurre.

Santo Patrón, vivimos tiempos de mucha incertidumbre, aunque en ti tenemos un ejemplo para no amilanarnos ante las tareas pendientes. Queremos apuntar a metas utópicas para alcanzar las metas difíciles. Eran tiempos convulsos los tuyos, a caballo entre la Edad Media y la Modernidad, pero tú fuiste capaz de dejar tu casa, tu gente, tu tierra y marchar hasta Extremo Oriente, donde nunca antes un Europeo había llegado, a abrasar los corazones de aquellas gentes con tu ejemplo de vida, y a entregar la tuya por amor.

Nuestra tierra, tu tierra, también hoy anda convulsa. Dividida entre los que creemos en la Constitución y en una Navarra española y los que quieren romper con todo ello. Las encuestas auguran un golpe para los primeros, un estancamiento –pese a sus cansinas martingalas- para los que no quieren a España, y algo hoy imprevisible para los indignados que no sabemos muy bien lo que quieren.

Los navarros estamos cansados. Cansados de trabajar para sacar adelante nuestras familias, nuestros negocios, y para soportar la deuda de muchas inútiles aventuras en las que nos han metido. Las continuas noticias de corrupción han mostrado que esta es mucho más intensa y extensa de lo que podíamos imaginar. El Gobierno ha hecho poco y ha podido menos, y nuestro Parlamento, en papel y en imagen no ha sabido estar, ni de lejos, a la altura de las circunstancias. Y todo ello sólo hace aumentar nuestro cansancio. Muchos navarros, hartos, optan hoy por dar un voto de castigo para que el sistema se regenere a la fuerza, ya que ven que los que están en el machito no se enteran. Los gobernantes han ido acumulando un montón de desatinos, no han dado explicaciones cabales ni de sus errores ni de la necesidad de los sacrificios demandados. Los partidos instalados en el poder han sido sordos, ciegos y mudos sin dar aliento ni esperanza a la ciudadanía.

El sábado UPN eligió a su candidato. José Javier Esparza no nos entusiasma. Pero nos entusiasmaban menos las otras opciones. Y… ¿quién sabe si no puede lograr entusiasmarnos? San Ignacio de Loyola, el compañero de nuestro Santo Patrón, siendo cojo y tartamudo, sin capital, sin formación y sin estrategia, llegó a crear una fuerza poderosísima en la Iglesia: los Jesuitas, los “soldados de Cristo”, la Compañía de Jesús.

¡José Javier!, toma las riendas de tu partido. Desde ya. Aún hay tiempo. Haz el ERE que todos esperábamos que ya hubierais hecho. Líbrate de momias, de vagos, de incompetentes y de pesados e inútiles lastres. Rodéate de gente buena, valiosa, brillante, con altos ideales. Y una vez hecho eso, preséntate a Navarra con ilusión, con la promesa de un Gobierno austero, cercano, eficaz, que apueste por unos valores y unos principios de centro derecha, alejados de la deriva socialdemócrata de los últimos tiempos. Prepárate para ser capaz de defenderlos con argumentos, sin complejos, con entusiasmo, para, como hizo San Francisco Javier en el lejano oriente, hacer arder los corazones de la mayoría social de Navarra.


¡Feliz día de Navarra a todos!.