lunes, 8 de junio de 2015

Ayer tuve un sueño

Anoche me llamó un amigo. Estaba sorprendido por lo que había pasado en el Ayuntamiento de Pamplona. Es lo que tiene la distancia. Y la democracia. Aquí nadie dudó ni un momento, desde la noche electoral,  que AmadaLíder apoyaría a Asirón en el Ayuntamiento de Pamplona, y que Asirón apoyaría a AmadaLíder en el Parlamento.

Pese a que los porcentajes sonrojen a cualquiera, AmadaLíder nos trae la mercancía averiada que los guipuzcoanos,  tras probarla, han rechazado.

Lo que muchos pensaban que jamás ocurriría, jamás, ha ocurrido. Bildu, los herederos de aquella HerriBatasuna del tiro en la nuca, dirigiendo los designios de la capital Navarra. ¡Que no nos pase nada!

Al colgar el teléfono me acosté. Me dormí. Y tuve un sueño. Soñé que Asirón, que tiene nombre de héroe griego, tomaba posesión del bastón municipal. Asomado al balcón del primer piso de la Casa Consistorial - con la ikurriña, por supuesto - ondeando en el mástil se dirigía a los pamploneses:

“¡Iruñetarrok! Hoy es un día grande para esta ciudad. Por dos cosas. Porque el cambio anhelado ha llegado, pero sobre todo, porque quiero pedir perdón. Sí. Perdón. Perdón por todo el daño que nuestros gudaris etarras causaron a veintisiete compatriotas de esta ciudad. Y perdón por todo el daño que los que les apoyaron, jalearon o cobijaron han hecho a todos los pamploneses. Perdón. De corazón. No volverá a ocurrir”.

En el cielo Juan José Visiedo, Tomás Palacín, Jesús Alcocer, Pedro Fernández, José Luis Prieto, José Manuel Baena, Francisco Berlanga, Juan Atarés, Joaquín Imaz, Mari Cruz Yoldi, Julio Gangoso, Alberto Toca, Carlos Sanz, Jesús Blanco, Angel Postigo, Diego Torrente, Francisco Almagro, Alfredo Aguirre, Francisco Miguel Sánchez, Antonio Conejo, Fidel Lázaro, Luis Ollo, Manuel López, Tomás Caballero, José Oyaga, Jesús Vidaurre y Vicente Garcera se abrazaban jubilosos.

En la tierra, sus familias y amigos lloraban emocionados. Su dolor, aunque impagable, imborrable e insufrible, había tenido algún sentido, aunque fuera pequeño.

En mi mesilla, sonó el despertador. Eran las 5.45 Había que ponerse en pie para pagar los impuestos que mantendrán a esta corporación. Aunque no nos guste.


Ayer tuve un sueño.

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