martes, 26 de noviembre de 2013

Lo que me enseñó un terrorista

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El jueves operé el vuelo golfo (un MAD - VLC a última hora de la noche, casi primera de la madrugada). Por nuestra política de descansos me tocó hacer noche en la capital del Turia. Hacía tiempo que no dormía en el mítico Tryp Azafata. Como no volvía a operar hasta primera hora de la tarde decidí pasar la mañana paseando por el centro de Valencia.

Me acerqué a ver a la Cheperudeta, la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad. Luego me acerqué hasta la Horchatería El Siglo, otro mito de la ciudad, bajo la Torre de Santa Catalina, a disfrutar de una horchata mientras leía la prensa del día.

Vi las fotos de Juan José Zubieta Zubeldía saliendo de la cárcel. El autor del atentado contra la Casa Cuartel de Vic, en el que murieron 5 niños, 5 adultos y cayeron heridas 44 personas, salía de la cárcel de Monterroso, en Lugo. La foto me heló la sangre. Como me la hiela las fotos de cualquiera de estas vergonzosas e injustas (aunque acordes a derecho) excarcelaciones. Pero lo que más me sorprendió de la foto es que en la misma puerta de la prisión le esperaban varias personas para recibirle con abrazos, aplausos, vítores y símbolos de la victoria.

Cerré el periódico. Pagué mi horchata y volví a la Basílica de la Virgen. Allí, de rodillas, bajo la mirada inclinada de María le pedí luz, fuerza y valor, para que si mi esposa, uno de mis hermanos, uno de mis hijos o uno de mis nietos fuera capaz de cometer una salvajada como la que Zubieta cometió, yo sea capaz de asumir un perdón tan grande, tan grande, tan grande como para ir a recogerle a la salida de la cárcel.


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