Santo Patrón, vivimos tiempos de mucha incertidumbre, aunque en ti
tenemos un ejemplo para no amilanarnos ante las tareas pendientes. Queremos
apuntar a metas utópicas para alcanzar las metas difíciles. Eran tiempos
convulsos los tuyos, a caballo entre la Edad Media y la Modernidad, pero tú
fuiste capaz de dejar tu casa, tu gente, tu tierra y marchar hasta Extremo
Oriente, donde nunca antes un Europeo había llegado, a abrasar los corazones de aquellas gentes con tu ejemplo de vida,
y a entregar la tuya por amor.
Nuestra tierra, tu tierra, también hoy anda convulsa. Dividida
entre los que creemos en la Constitución y en una Navarra española y los que
quieren romper con todo ello. Las encuestas auguran un golpe para los primeros,
un estancamiento –pese a sus cansinas martingalas- para los que no quieren a
España, y algo hoy imprevisible para los indignados que no sabemos muy bien lo
que quieren.
Los navarros estamos cansados. Cansados de trabajar para sacar
adelante nuestras familias, nuestros negocios, y para soportar la deuda de
muchas inútiles aventuras en las que nos han metido. Las continuas noticias de
corrupción han mostrado que esta es mucho más intensa y extensa de lo que
podíamos imaginar. El Gobierno ha hecho poco y ha podido menos, y nuestro
Parlamento, en papel y en imagen no ha sabido estar, ni de lejos, a la altura
de las circunstancias. Y todo ello sólo hace aumentar nuestro cansancio. Muchos
navarros, hartos, optan hoy por dar un voto de castigo para que el sistema se
regenere a la fuerza, ya que ven que los que están en el machito no se enteran.
Los gobernantes han ido acumulando un montón de desatinos,
no han dado explicaciones cabales ni de sus errores ni de la necesidad de los
sacrificios demandados. Los partidos instalados en el poder han sido sordos, ciegos
y mudos sin dar aliento ni esperanza a la ciudadanía.
El sábado UPN eligió a su candidato. José Javier Esparza no nos
entusiasma. Pero nos entusiasmaban menos las otras opciones. Y… ¿quién sabe si no
puede lograr entusiasmarnos? San Ignacio de Loyola, el compañero de nuestro
Santo Patrón, siendo cojo y tartamudo, sin capital, sin formación y sin
estrategia, llegó a crear una fuerza poderosísima en la Iglesia: los Jesuitas,
los “soldados de Cristo”, la Compañía de Jesús.
¡José Javier!, toma las riendas de tu partido. Desde ya. Aún hay
tiempo. Haz el ERE que todos esperábamos que ya hubierais hecho. Líbrate de
momias, de vagos, de incompetentes y de pesados e inútiles lastres. Rodéate de
gente buena, valiosa, brillante, con altos ideales. Y una vez hecho eso,
preséntate a Navarra con ilusión, con la promesa de un Gobierno austero,
cercano, eficaz, que apueste por unos valores y unos principios de centro
derecha, alejados de la deriva socialdemócrata de los últimos tiempos.
Prepárate para ser capaz de defenderlos con argumentos, sin complejos, con
entusiasmo, para, como hizo San Francisco Javier en el lejano oriente, hacer
arder los corazones de la mayoría social de Navarra.
¡Feliz día de Navarra a todos!.
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