martes, 26 de agosto de 2014

Oye Rafa, ¡nos vemos en un mes!

Es lo que tiene tener amigos. Y amigos curas. Y además del Opus. La última semana de Julio me llamó uno de ellos para invitarme a tomar un café. Había venido de Barcelona hasta Pamplona para atender una convivencia de mujeres de allí en un Colegio Mayor del campus. Hacía mucho que no le veía y me hacía ilusión el reencuentro. Para llegar antes, en vez de volar a mi base, como es mi costumbre, y conducir hasta Pamplona, decidí volar de posición a Noain y acercarme, sin quitarme el uniforme, hasta la terraza de Pío XII en la que habíamos quedado.

Imagínense: Pamplona, 30 de Julio, 17.30, Pío XII, una terraza de esas frecuentadas por universitarios, un cura, un piloto y dos cortados con hielo.

El mosén básicamente quería comerme la oreja para que fuera el próximo 27 de Septiembre a la Beatificación de Don Álvaro del Portillo en Madrid. Además hablamos de su vida, de la mía, de los tiempos que pasamos juntos en el extranjero cuando él también volaba, de la Universidad, de Cataluña, de Navarra, de Barcina... Lo clásico.

Al despedirnos, abrió su maletín y me dio un libro: "Léelo, y luego me llamas". Era un libro de tapa blanca con un ribete dorado. Letras rojas. Fino, menos de 200 páginas: "Juan Pablo II. Memoria e Identidad".

En dos tardes, dos, lo había leído. Se trata de una conversación (con preguntas y respuestas) celebrada en Castelgandolfo entre el Papa Santo y dos filósofos políticos polacos en la que reflexionan de manera profunda y trascendente sobre los últimos acontecimientos del siglo XX. A mi "cuaderno de ideas" (ese que muchos políticos no han tenido jamás) he llevado tres párrafos, que curiosamente se concentran en la página 111 (el peine):

1. El patriotismo es una virtud: "La patria es el conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados". Por eso el patriotismo se engarza en el cuarto Mandamiento de la Ley de Dios que exige honrar al padre y a la madre, porque la patria es verdaderamente una madre para cada uno de nosotros.

2. El nacionalismo es la degeneración del patriotismo: "Se debe evitar absolutamente un peligro: que la función insustituible de la nación degenere en nacionalismo. En este aspecto, el siglo XX nos ha proporcionado también experiencias sumamente instructivas, haciéndonos ver también sus dramáticas consecuencias ¿Cómo se puede evitar este riesgo? Pienso que un modo apropiado es el patriotismo. En efecto, el nacionalismo se caracteriza porque reconoce y pretende únicamente el bien de su propia nación, sin contar con los derechos de los demás. Por contra, el patriotismo, como amor a la patria, reconoce a todas las otras naciones los mismos derechos que reclama para la propia y, por tanto, es una forma de amor social ordenado".

3. La integración de la diversidad es enriquecedora: "El espíritu polaco permitió la creación de una república integrada por varias naciones, culturas y religiones. Todos los polacos son conscientes de ello (...) pero el espíritu polaco es la diversidad y el pluralismo, no la estrechez de miras ni el aislamiento. Sin embargo esta dimensión ha dejado de ser lamentablemente algo obvio en nuestro tiempo".

Después de copiar estas citas en el cuaderno cogí el teléfono y le llamé:

- Oye, Mosén, que me ha encantado el libro. Que está claro. Que el patriotismo es algo natural, ordenado y grato y que el nacionalismo, que es una degeneración artificial del patriotismo, creada por los ideólogos del siglo XVIII, es profundamente injusto.

- Sabía que te gustaría.

- Vale, pero entonces ¿por qué Rafa Larreina sigue en Bildu?

- Eso tendrías que preguntárselo a él. Es una opción personal con muchas cuestiones y matices y yo no puedo responderte. Pero no se lo tengas en cuenta ¡hombre!.

- También es cierto que el libro se publicó en febrero de 2005, justo cuando en Madrid se estaba debatiendo el Plan Ibarretxe. Y estaría el tipo allí todo emocionado esperando el nacimiento de la nueva Euskalherria. Seguro que ni se enteró de que se publicaba. Pues se lo voy a mandar por correo, para que lo lea en el viaje a la Beatificación.

- ¡Hombre! pues mejor vente tú también a la Beatificación y yo hago lo que sea para que se lo des en mano.

Y es que estos curas del Opus no pierden ocasión.

3 comentarios:

  1. Yo simplificaría nacionalismo=egoísmo.
    Pero vecino, ¿va ir usted a la beatificación, o no?. Lo digo por decírselo a mi hijo, que le encanta el yelmo que lleva.

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  2. No vaya, vecino. Dios rehuye los actos que precisan de urinarios portátiles...

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  3. Queda ya un poco triste que te sigas haciendo pasar por piloto.

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