viernes, 29 de mayo de 2015

Gracias Yolanda

Gracias Yolanda

Me gustaría poder darte las gracias por cuatro años de gobierno magnífico. Por cuatro años de limpieza de Navarra, de abrir ventanas, de pasar páginas, de soltar lastres. Pero no puedo. Seguimos empantanados con la CAN sin haber escuchado ni un susurro de disculpas; seguimos con una administración monstruosa y muchas veces inútil; seguimos con injusticias tan palmarias como el rescate a una banda de piratas que decían presidir el fútbol de esta tierra; seguimos con unos lobbys de poder campando a sus anchas; y seguimos sin querer aceptar que la herencia recibida estaba profundamente envenenada.

Por todo ello no te puedo dar las gracias.

Pero sí que te las puedo dar por haber decidido dar un paso atrás. No sé muy bien la razón. En los mentideros de la capital se dice que por amor. Suena bonito. Mucho. Por amor, del de verdad, del auténtico, del de el corazón, dejas Navarra. ¡Qué bonito!

Yo hubiera preferido que lo hubieras hecho por responsabilidad. Por haber captado el mensaje de renovación que toda la sociedad os pide, y que Esparza ha tratado de componer y de constituir como el eje central de su discurso, para entusiasmar a muchos. La oposición, se tira de los pelos. Los que mandan, cambian y ellos, que deberían ser los motores del cambio nos vuelven a aparecer con los mismos cromos. Con las mismas cartas marcadas.

Pero la responsabilidad y la política andan reñidas. Desde hace mucho. Y a muchos, demasiados quizá, el frío que hace ahí fuera les asusta. Que no hay tantas autopistas para nombrar presidentes. Y batirse el cobre cada mañana peleando por sacar un proyecto profesional adelante es duro. Muy duro. Más en estos tiempos. Así que pronto se olvidan de lo que dice la sociedad, y los de siempre, de los que estamos cansados de tantos años viéndoles las caras  (de Alberto, de Carlos, de Sergio…) cacarean que se postulan a las listas porque Navarra les necesita.

¡Anda ya!


Lo que necesita Navarra es que deis un paso atrás. Que volváis a vuestras tizas, a vuestras batas, a vuestros repertorios de jurisprudencia. Ya os haremos una fiesta, si queréis, y lloraremos mucho y os agradeceremos todo lo que decís que habéis hecho. Pero ahora, como decía la tonadillera, “irsen, si me queréis, irsen”.

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