Gracias Yolanda
Me gustaría poder darte las gracias por cuatro años de
gobierno magnífico. Por cuatro años de limpieza de Navarra, de abrir ventanas,
de pasar páginas, de soltar lastres. Pero no puedo. Seguimos empantanados con
la CAN sin haber escuchado ni un susurro de disculpas; seguimos con una
administración monstruosa y muchas veces inútil; seguimos con injusticias tan
palmarias como el rescate a una banda de piratas que decían presidir el fútbol
de esta tierra; seguimos con unos lobbys de poder campando a sus anchas; y
seguimos sin querer aceptar que la herencia recibida estaba profundamente
envenenada.
Por todo ello no te puedo dar las gracias.
Pero sí que te las puedo dar por haber decidido dar un paso
atrás. No sé muy bien la razón. En los mentideros de la capital se dice que por
amor. Suena bonito. Mucho. Por amor, del de verdad, del auténtico, del de el
corazón, dejas Navarra. ¡Qué bonito!
Yo hubiera preferido que lo hubieras hecho por
responsabilidad. Por haber captado el mensaje de renovación que toda la
sociedad os pide, y que Esparza ha tratado de componer y de constituir como el
eje central de su discurso, para entusiasmar a muchos. La oposición, se tira de
los pelos. Los que mandan, cambian y ellos, que deberían ser los motores del
cambio nos vuelven a aparecer con los mismos cromos. Con las mismas cartas
marcadas.
Pero la responsabilidad y la política andan reñidas. Desde
hace mucho. Y a muchos, demasiados quizá, el frío que hace ahí fuera les
asusta. Que no hay tantas autopistas para nombrar presidentes. Y batirse el
cobre cada mañana peleando por sacar un proyecto profesional adelante es duro.
Muy duro. Más en estos tiempos. Así que pronto se olvidan de lo que dice la
sociedad, y los de siempre, de los que estamos cansados de tantos años
viéndoles las caras (de Alberto, de
Carlos, de Sergio…) cacarean que se postulan a las listas porque Navarra les
necesita.
¡Anda ya!
Lo que necesita Navarra es que deis un paso atrás. Que
volváis a vuestras tizas, a vuestras batas, a vuestros repertorios de
jurisprudencia. Ya os haremos una fiesta, si queréis, y lloraremos mucho y os
agradeceremos todo lo que decís que habéis hecho. Pero ahora, como decía la
tonadillera, “irsen, si me queréis, irsen”.
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